los inviernos de mi infancia cubrian de nieve mis botas hasta el tobillo, no transcurria uno sin el correspondiente muñeco con su nariz de zanahoria y nuestra bufanda encima. Las salidas del colegio eran lo mejor, si ese día había nevado mi madre sabía que no volveriamos a casa por nuestro propio pie, tenía que salir a buscarnos hasta el descampado en el que librabamos nuestras batallas cientos de niños cuyas madres tenian que hacer lo mismo. Ahora vivo en una ciudad en la que muy
Por eso nos escapamos a ella de vez en cuando, no tantas veces como quisieramos... pero si tantas cómo nos podemos permitir..
De ésta hace al menos 3 años, creo que jamás olvidaremos aquel 21 de diciembre soleado.
En fin, los que vivis en el Norte no imaginais cuánto añoramos los del sur (o al menos yo, que no soy ni del norte ni del sur sino de enmedio) esa Navidad Blanca.Para mí el clima ideal es extremo, mucho calor en verano, mucho frio en invierno,¿será mi caracter tan radical? Tanto cómo para llevarme a mi hijo a Finlandia en busca de ese paisaje invernal.
Desde entonces soñamos con volver, Feli incluso en quedarse... quiere aprender finés, hasta ahí llegamos...
Pero de momento, y hasta que llegue el día en que Papá y Noa, y Lorena y Bea puedan acompañarnos en nuestro regreso al Circulo Polar Artico... nos conformamos con este cachito que encotramos en nuestra estación de sky mas cercana, La Covatilla. El primer contacto de Noa con la nieve, su carita de ilusión y su sonrisa...
Doy fe que debajo de toda esa ropa hay una sonrisota asi de grande...la misma que se nos queda a nosotros cuando los vemos tan felices. Pronto volveremos, si la nieve no cae sobre nosotros, nosotros caeremos sobre ella...